En Ecuador, un video triste fue revelado al mundo para la reflexión y aprecio de nuestras vidas y la de nuestros seres queridos. Se trata del video un menor de edad que va a visitar la tumba de su madre en un cementerio. En el video podemos observar cómo el niño le lleva una ofrenda a su madre: unas flores y su boleta de calificaciones.
"¿Quién más lloró aparte de mí?, Qué lindo
seguramente ese niño luchará por ser un hombre de bien, Diosito no permitas que
caiga en malas manos ni malas compañías, cuídalo mucho", comentó Jesús
Galindo, un usuario de YouTube.
En el video es posible observar primero cómo el niño busca entre las tumbas la de su madre. A continuación, tras haberla encontrado, miramos cómo ofrece sus regalos a la tumba.
Luego poco a poco vemos
descomponerse la figura del niño. Primero acaricia con nostalgia la
piedra de la lápida y finalmente lo vemos arrodillarse. Así
arrodillado podemos notar desde la cámara de seguridad cómo el pequeño empieza
a llorar y, tras lamentarse así unos minutos, luego simplemente se
acuesta en la tierra.
Luego vemos cómo una serie de personas pasan a sus lados
volteándolo a mirar por unos segundos pero finalmente prosiguiendo cada uno su
curso. No obstante, poco antes de que acabe el video vemos a un hombre
acercarse con una guitarra, tocándola. Es este hombre el único que se acerca
para ofrecerle consuelo y que lo anima para que deje de estar tirado
en el suelo.
"No puedo creer la indiferencia de las personas al
pasar junto del niño, tal parece como si no vieran nada! Si fuera yo mínimo le
doy un abrazo a ese pobre niño y después le invito algo de comer, que
dolor de perder a su mamá tan pequeño, y lo peor que luego quedan en manos de
personas que les hacen la vida amarga, que Dios guarde a ese pequeño",
señaló una usuario de YouTube.
Escenas como estas nos recuerdan el valor de amar y
cuidar a nuestros seres queridos, valorando su existencia como un milagro y una
bendición. También nos recuerda a los versos del poeta peruano César Vallejo,
quien en su clásico poema "Los Heraldos Negros", nos recuerda lo
difícil que puede llegar a ser la vida y sus golpes del destino.
Los heraldos negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no
sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante
ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más
fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del
alma,
de alguna fe adorable que el Destino
blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos
quema.
Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos,
como
cuando por sobre el hombro nos llama una
palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la
mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no
sé!
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