Muchas veces me pregunté por qué me habías abandonado, por qué no quisiste tomar el papel de mi padre, por qué tuve que crecer diciendo la trillada frase: “No tengo papá”. Y aunque no he encontrado respuestas a todas mis preguntas, he aprendido que guardar rencor sólo me daña a mí. Por eso he decidido escribirte esta carta.
Papá:
No sé cuál
es tu nombre. No quiero saberlo, ya no me sirve para nada. Tal vez estás
leyendo esto pensando que voy a decirte que fuiste un padre horrible y que
deberías estar avergonzado por la manera en que te alejaste de mí, pero no.
Este no es el caso. Lo que quiero decirte es… Te perdono.
Te perdono
por no haber estado allí, porque eso me hizo una persona más fuerte, valiente,
perseverante e independiente. Te perdono porque en realidad no me hiciste falta
en ningún momento. Cuando era pequeña y en la escuela celebraban el día del
padre, mi abuelo siempre estuvo allí. Si me preguntaban: “¿Dónde está tu
papá?”, siempre contesté que no tenía, pero que la vida me había dado una
segunda mejor opción. Él ya había sido padre, así que me enseñó absolutamente
todo lo que debía saber.
Él nunca
me habló mal de ti —a decir verdad, nunca me habló de ti porque nunca fuiste
parte de nuestras vidas—. De él aprendí que debo ser agradecida por lo que
tengo. Me enseñó a no rendirme y a no sufrir por nada ni por nadie, y a no
creer que por el hecho de no tener padre, era menos o debía ser tratada de
manera diferente.
Te perdono por empujarme lejos, porque eso me hizo encontrar nuevas armas para estar cerca. Mi abuela me enseñó a respetar y ser digna de confianza. Ella me enseñó a siempre serle fiel a lo que siento y a las personas que me rodean, porque mentir es lo peor que se le puede hacer a alguien. Ella nunca permitió que yo le faltara al respeto a los demás, y cuando lo llegué a hacer, me enseñó lo que en verdad era un castigo. Ella nunca tuvo miedo de castigarme.
Te perdono
por no ser un padre porque gracias a eso mi mamá pudo tomar tu lugar. Ella tomó
tu lugar desde el momento en que nací. Sacó adelante a dos hijos, consiguió un
trabajo y siempre fue capaz de proveer para nosotros. A veces, no pudo darnos
exactamente lo que quería darnos, pero yo siempre estaré eternamente agradecida
por todo lo que hizo por nosotros. Ella fue a cada evento escolar, cada
presentación y tiene fotos de todo los actos en lo que participé. Siempre ha
estado ahí para todo y está orgullosa de mí por todos los recuerdos que he
creado. Ella me ha demostrado lo que es el amor, y no te hemos necesitado.
Te perdono
por todas estas cosas, porque yo sé que gracias a ello soy una mejor persona.
Fui a mi primer día de escuela primaria sin ti, me gradué de la secundaria sin
ti, voy a la mitad de mi carrera universitaria sin ti. He llegado a un acuerdo
con lo que soy y con quién quiero ser. Ahora sé el tipo de padre que quiero
para mis hijos.
No tenerte no ha definido mi éxito, al contrario, me motivó a buscarlo y a salir adelante. Y no para demostrártelo a ti, sino para demostrármelo a mí misma. Cuando miro a mi alrededor, tengo a mi familia que ha crecido con el tiempo, y las personas que han entrado y salido de mi vida han llenado el vacío que dejaste.
Te perdono
porque el dolor que sentí por tu abandono me ha hecho invencible, porque he
aprendido que si bien el amor de un padre es importante, el amor es
incondicional y no importa de dónde venga. Tu ausencia me enseñó que el resentimiento
no me lleva a ningún lado. He aprendido a perdonar. He aprendido a perdonarte.
Así que
recuerda, tú no arruinaste mi vida cuando te fuiste. Mi mundo siguió adelante
sin ti. Mi vida no ha sido mala porque no hayas estado en ella, al contrario,
he sido una mujer feliz. Así que tú continúa con tu vida. No te atormentes por
haberme abandonado.
Realmente
espero que hayas encontrado la felicidad, así como yo lo hice. Y te perdono por
ser el hombre que me creó, pero no me quiso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario