Carta a la mujer que amo: |
Supongo que es normal verte a menudo, que te pasees por mi mente causando estragos y que mi sueño resulta ser el único daño confirmado. Que tu recuerdo se vuela la única imagen que sin hospedarse viva en mi memoria. Me moría por tenerte, y no es broma, dime cómo se le dice a un corazón que deje de querer y sea capaz de ver la verdad que tras de ti se esconde.
Te fuiste sin enseñarme que lo que te llevabas era todo ese abstracto arte que aprendí para poder amarte. Me dejaste extrañándote, como si fuese de que algún día volverías . Y lo cierto es que, no me enseñaste a seguir, aún sintiendo el vacío, no me preparé para la ausencia de tus susurros a mitad de la noche, de tus abrazos tan cálidos en las noches que perdía norte y sur. La verdadera virtud de tu cuerpo, una silueta a contra luz. Tu simplicidad casi mágica para acabar el insomnio con un beso de buenas noches.
Cariño, no sé a donde te hayas ido, pero seguiré creyéndome que volverás. Seguiré intentando alcanzarte. Seguirá mi mano extendida si la quieres tomar, esperando por ti, solo por ti.
Tú y tu jodida perfección. Yo y la costumbre de convertir tus imperfectos en mi favorita inspiración, en los poemas sin razones que se me han ocurrido inhalando otras líneas.
Pues, tú sabes acariciar cada herida sin tirar de las costuras, retratarme el cielo, y en eso, llevarme hasta el espacio tan perfecto de tu cintura. Dame tu mano y al mirar abajo nos daremos de bruces contra el suelo, quedará solo el camino de luces que nos dejan las estrellas, hasta que cojamos vuelo.
Es inmenso el océano de tus placeres, que con cada oleaje me pierde en tus aguas. Eres mi salvavidas y único escape. Que he fijado rumbo hasta desembocar en tus cauces. Como un largo viaje del que éste naufrago navega hasta recorrer todos tus mares de lunares.
Permíteme conocer todos tus polos, tus opuestos, tus logros y tus miedos. Déjame ser el frío que se evapora hasta llegar a tus playas. Y lleva mis temperaturas hasta la más alta.
Ven y deja que mi locura de aferre a ti, que por las noches me recuerdes, y te acuerdes de venir a verme.
A veces, recorro tu ombligo y acaricio el filo de la muerte; al recorrer tus piernas y acariciarlas nos damos por bajas confirmadas. Quizá y por el camino me encuentre con el fuego de tu mirada.
Abrázame y quémame como si amaras hacerlo, y no te detengas, podré con esto.
Desvelémonos ésta noche, seamos turistas en el recorrido de nuestros botones. Pateemos las calles en todas direcciones y enséñame la silueta de tus caderas tan curvas que se desvían hasta tu escote.
¿Por qué no volvemos? Y nos hacemos tan nuestros como lunares escondidos, como los versos de besos que me has prometido. Como caricias escritas y poesías al oído.
Dispárame con una sonrisa calibre medicina para corazones rotos, mírame a los ojos con libre dosis de morfina y bésame con esencia a cafeína y malas intenciones.
Soy la víctima de tus encantos, la presa de tus labios. Tómame las manos, y yo te tomaré a la fuerza. Suspírame al oído con agudeza, acaricia mi regazo y yo tu cintura con delicadeza.
Róbame el aliento, y robaré de tus besos todo lo que me hace bien. Noche de buenos besos repartidos a tu cuello, oye bien mi silencio y el acelerar dentro de tu pecho...
La noche, es mi amiga y a ella le cuento la poesía abstracta que te escribo.
Te fuiste sin enseñarme que lo que te llevabas era todo ese abstracto arte que aprendí para poder amarte. Me dejaste extrañándote, como si fuese de que algún día volverías . Y lo cierto es que, no me enseñaste a seguir, aún sintiendo el vacío, no me preparé para la ausencia de tus susurros a mitad de la noche, de tus abrazos tan cálidos en las noches que perdía norte y sur. La verdadera virtud de tu cuerpo, una silueta a contra luz. Tu simplicidad casi mágica para acabar el insomnio con un beso de buenas noches.
Cariño, no sé a donde te hayas ido, pero seguiré creyéndome que volverás. Seguiré intentando alcanzarte. Seguirá mi mano extendida si la quieres tomar, esperando por ti, solo por ti.
Tú y tu jodida perfección. Yo y la costumbre de convertir tus imperfectos en mi favorita inspiración, en los poemas sin razones que se me han ocurrido inhalando otras líneas.
Pues, tú sabes acariciar cada herida sin tirar de las costuras, retratarme el cielo, y en eso, llevarme hasta el espacio tan perfecto de tu cintura. Dame tu mano y al mirar abajo nos daremos de bruces contra el suelo, quedará solo el camino de luces que nos dejan las estrellas, hasta que cojamos vuelo.
Es inmenso el océano de tus placeres, que con cada oleaje me pierde en tus aguas. Eres mi salvavidas y único escape. Que he fijado rumbo hasta desembocar en tus cauces. Como un largo viaje del que éste naufrago navega hasta recorrer todos tus mares de lunares.
Permíteme conocer todos tus polos, tus opuestos, tus logros y tus miedos. Déjame ser el frío que se evapora hasta llegar a tus playas. Y lleva mis temperaturas hasta la más alta.
Ven y deja que mi locura de aferre a ti, que por las noches me recuerdes, y te acuerdes de venir a verme.
A veces, recorro tu ombligo y acaricio el filo de la muerte; al recorrer tus piernas y acariciarlas nos damos por bajas confirmadas. Quizá y por el camino me encuentre con el fuego de tu mirada.
Abrázame y quémame como si amaras hacerlo, y no te detengas, podré con esto.
Desvelémonos ésta noche, seamos turistas en el recorrido de nuestros botones. Pateemos las calles en todas direcciones y enséñame la silueta de tus caderas tan curvas que se desvían hasta tu escote.
¿Por qué no volvemos? Y nos hacemos tan nuestros como lunares escondidos, como los versos de besos que me has prometido. Como caricias escritas y poesías al oído.
Dispárame con una sonrisa calibre medicina para corazones rotos, mírame a los ojos con libre dosis de morfina y bésame con esencia a cafeína y malas intenciones.
Soy la víctima de tus encantos, la presa de tus labios. Tómame las manos, y yo te tomaré a la fuerza. Suspírame al oído con agudeza, acaricia mi regazo y yo tu cintura con delicadeza.
Róbame el aliento, y robaré de tus besos todo lo que me hace bien. Noche de buenos besos repartidos a tu cuello, oye bien mi silencio y el acelerar dentro de tu pecho...
La noche, es mi amiga y a ella le cuento la poesía abstracta que te escribo.
Autor: Mauricio Gloomy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario