Fue muy triste que las calles repletas de gente no nos hubieran visto besar o abrazarnos mientras el mundo rodaba más lento.
¿Podrías imaginar las fiestas estando juntos?
¿Las reuniones familiares?
¿Los velorios?
Tu cabeza buscaría mi hombro y mis dedos se enroscarían en tu cabello mientras tus ojos marrones se cerrarían al compás de tus latidos calmados.
Beberíamos de la misma botella la cerveza, me darías un beso sabor a cigarrillo y yo ya no tendría necesidad de fumar. Sería la incorrecta según tus “ex novias”, yo la tatuada, la gordita y loca.
El ¿cómo con ella? de algún despistado pero tú, “eres la mejor”, de cada amanecer y sobre todo tu melancolía inexistente de los domingos salados.

Te quedaste contigo, pero sin mí, sin nosotros.
Autor: Blasfemia 5, Mercedes Reyes Arteaga
Súper padre
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