Hombres y mujeres bailando, vino, cantos y banquetes: así eran las fiestas saturnales del Imperio Romano.
Durante el esplendor del Imperio
Romano, Saturno ocupó un lugar
en el panteón divino como el dios
de la agricultura. Antiguamente, los griegos lo identificaron como Cronos, el titán rector del Tiempo. Para lograr buenas cosechas,
durante los últimos días del año, los
romanos hacían fiestas para agradar a aquel que les brindaba frutos saludables y fuertes: las
llamaron Saturnales.
¿Qué son las Saturnales?
Las Saturnales eran catárticas: apuestas en público, banquetes frondosos, cantos en la calle, carreras de carruajes, cuerpos desnudos desperdigados por el suelo.
Esas eran algunas de las actividades que se acostumbraban durante los últimos
días del año durante el esplendor
del Imperio Romano.
Además de ser un día sagrado,
también era un día festivo.
Los sacerdotes de la época decían comúnmente que, durante las festividades en
honor a Saturno, “todo lo que es
serio está prohibido”. Por esta razón, los romanos utilizaban
simbólicamente el píleo: un sombrero que utilizaban los esclavos el día que
ganaban su libertad.
Durante este periodo de
fiestas, la rígida estructura
social romana perdía valor: los patricios —miembros de las élites en el
poder— atendían a la servidumbre, los adultos se comportaban como niños y la
aristocracia se vestía con harapos.
¡Io Saturnalia!
El historiador romano Livio señaló en el año 217 que, además de festejar desde la intimidad del hogar, se hacían importantes celebraciones públicas. La más grande de ellas, naturalmente, se organizaba en el Templo de Saturno, en Roma.
En las calles vecinas al templo, la gente gritaba “¡Io Saturnalia!” mientras bebían y cantaban, de la misma manera en la que hoy decimos “¡Feliz Navidad! y “¡Feliz año nuevo!” Para acompañar la fiesta, se acostumbraba tener una estatua pequeña de Saturno en casa, como si él mismo fuera el anfitrión del evento.
¿En qué se parecen las Saturnales con
la Navidad?
A partir del siglo V a.C., César
Augusto proclamó que las Saturnalias se festejarían del 17 al 23 de diciembre. Sin embargo,
Calígula lo extendió a casi dos semanas de fiesta. No fue hasta el siglo IV que
la Iglesia se puso de acuerdo con respecto al nacimiento de Cristo. Como estas
celebraciones decembrinas ya formaban parte de la cultura popular, se acordó
que la Navidad se celebrara el 25
de diciembre.
Sin embargo, el sentido de la fiesta cambió. No se
trataba más de un día de excesos y rompimiento de las normas sociales, sino de
un día sagrado, dedicado a
la contemplación y a guardar —un giro completamente distinto al de los excesos
en honor al dios Saturno, sin duda.
Fuente: Muy Interesante
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