viernes, 23 de diciembre de 2016

Porqueitis, Alberto Hidalgo.

La tendencia que mucha gente (la mayoría) tiene de preguntarse el por qué otra persona hace o deja de hacer algo, es el tipo de preguntas que te haces es muy habitual, en la mayor parte de la personas cuando, alguien que nos interesa, no actúa como nos gustaría. En esas situaciones tenemos la costumbre de preguntarnos cosas como: 
“¿Qué pasó?, ¿sólo quería jugar?, ¿se asustó?, ¿se alejó?”
Pero vamos a analizar la peligrosa trampa de la “porqueitis”…
Sigamos su juego… al hacernos esas preguntas “lógicas”, tocaría responder y establecer hipótesis:
1) “Él hace eso porque no le gusto realmente”.
2) “Le gusto, pero tiene miedo a cortar con su novia”.
3) “Puede que esté esperando a que yo actúe y me lance”.
4) “Quizás he hecho algo que no le guste”.
5) “Puede que sea mi perfume, es demasiado fuerte”.
6) “A lo mejor, sólo quiere sexo y él sabe que yo no”.
7) “Puede que sea porque él es muy independiente”.
8 ) “A lo mejor es homosexual y está aparentando otra cosa”.
9) “Creo que se está riendo de mí”.
10) “Quizás tiene un problema sexual y no se atreve a decírmelo”.
11) “Debe ser porque está pasando un mal momento en su vida”.
12) “Puede que le guste, pero que sea tímido”.
13) “Tiene un lío en la cabeza que no se aclara ni él mismo”.
14) “Es porque es un inmaduro que no sabe lo que quiere”.
15) “Está esperando a que pase un tiempo para ver si aclara sus sentimientos”
… y así podría seguir todo el día… y parte de mañana escribiendo posibilidades…
¿Ahora qué tocaría? Decidirse por una de estas hipótesis, ¿verdad?
Pero claro cómo saber la buena si no estoy dentro de la mente de la otra persona. ¿Se lo pregunto? Si lo hago, puede que no me quiera decir la verdad, o puede que ni él mismo sepa por qué hace lo que hace.
Supongamos que viene un “listillo” (alguien que crea saberlo todo sobre el porqué de las conductas de las personas) y se atreve a asegurar que no te llama, por ejemplo, “porque no le gustas realmente”. Si tuvieras la certeza absoluta (cosa imposible) de que es por eso…, ¿no hay más alternativa que rendirse ante ello?
Resumiendo, NADIE puede asegurar qué pasa por la mente de las personas (solo hipótesis, no certezas) y si se pudiera, DARÍA IGUAL, porque al final lo importante no es lo que el otro piense, sino cómo respondes tú ante lo que el otro hace o no hace (sin necesidad de saber lo que el otro piensa).
¿Cómo combatir esta enfermedad, la de la “porqueitis”?
1) Sabiendo qué quieres tú (no perder ni un segundo en “adivinar” lo que el otro quiere o está pensando).
2) Actuando para conseguirlo.
3) Si tu acción no tiene éxito, no hay preguntarse por qué el otro no ha reaccionado como se esperaba, sino actuar con otro plan que creas beneficioso para tener éxito.
1) Ese chico te gusta, pero él no responde como te gustaría, aún así, lo cierto es que tú quieres estar con él (esto es definir con claridad lo que tú quieres, no estar ahí divagando sobre lo que el otro quiere o deja de querer).
2) ¿Qué vas a hacer para conseguir lo que TÚ quieres, que es estar con él? (aquí te decides a actuar, no esperas adivinar qué diablos le ocurre, al menos que quieras caer en la “por-que-itis”).
Alternativas (las escribes), por ejemplo:
a) Voy a ponerme sexy.
b) Voy a tocarlo más a menudo, provocándole un poquito.
c) Voy a ponerlo celoso flirteando con otros delante de él.
d) Voy a dejar de llamarlo para que me eche de menos.
e) Voy a hablar menos con él, sólo un saludo y una sonrisa pícara, para despertar su interés.
f) Voy a usar estas y alguna otra de las técnicas de seducción que se ofrece en esta web.
3) Si tu plan no funciona, NO te preguntarás más los porqués adivinatorios, simplemente seguirás actuando con otros planes alternativos hasta que alguno funcione mejor.

La vacuna de la “porqueitis”, es cambiar el “por qué ÉL/ELLA…” (le das el mando de tu vida al otro)  por el “cómo TÚ vas a afrontar, o responder ante eso” (tomas tú la responsabilidad).
Hay una sola cosa mala de la vacuna de la “porqueitis”, que toca ser activo/a, toca fijarse más en uno y dejar de fijarse en los demás, toca tomar el mando de tu propia vida. No todo el mundo se atreve… algunos prefieren seguir en la enfermedad… es más cómodo.

Autor: Alberto Hidalgo.

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